Alfonso Martínez convirtió la informalidad comercial en moneda de cambio
Alfonso Martínez busca renovar su mandato como presidente municipal de Morelia, y para lograrlo, requiere tanto votos como recursos económicos.
Como estrategia, se observa un notable aumento de espacios públicos que antes servían como estacionamientos o áreas peatonales y que ahora se ven invadidos por el comercio informal.
Esta creciente informalidad, atribuida en parte a la falta de empleo, ha prosperado gracias a la permisividad del municipio, que prefiere hacerse de la vista gorda y, en lugar de prohibir, cobra a los comerciantes por ocupar estos espacios, siempre y cuando no sea frente a sus propias residencias para evitar una imagen poco favorable con tendederos y una fauna indeseada de cucarachas y ratones.
Esta situación resulta en una violación de los derechos de estacionamiento público de los ciudadanos y dificulta el tránsito peatonal por las banquetas, ocupadas por tanques de gas, puestos de comida y cajas.
Sorprendentemente, los vendedores informales llegan en lujosas camionetas para descargar sus mercancías, lo que plantea interrogantes sobre su capacidad para cumplir con sus obligaciones tributarias, aunque si pueden permitirse vehículos de alto valor,.
Antes de establecer sus negocios, estos comerciantes informales reservan lugares según su propio criterio, y cualquier intento de quitarles espacio puede resultar en confrontaciones y ofensas.
En este contexto, se revela que el alcalde, Alfonso Martínez, consciente de sus necesidades financieras, brinda una oportunidad a estos comerciantes informales, pero a cambio de una tarifa que oscila entre 300 y mil 500 pesos semanales, dependiento de la ubicación elegida por los involucrados.
Ejemplos notorios de estas prácticas se observan en la Av. Lázaro Cárdenas, la Calle Zamora, la Av. Pedregal, J. J Múgica, y al menos otras 100 colonias de la ciudad.