Frustran golpe de Estado en Bolivia

En una jornada que será recordada como una de las más tensas en la historia reciente de Bolivia, este miércoles el país estuvo al borde de sucumbir a un nuevo golpe de Estado.

Durante horas de máxima tensión, la plaza Murillo de La Paz se convirtió en un campo de batalla, con militares fuertemente armados y tanquetas ocupando el lugar. Uno de estos vehículos blindados llegó incluso a derribar una de las puertas de entrada al Palacio Quemado, la sede del Gobierno, donde se encontraba el presidente Luis Arce.

La insurrección fue liderada por Juan José Zúñiga, el hasta el martes jefe del Ejército, destituido después de declarar que no permitiría un nuevo gobierno del expresidente Evo Morales. En plena crisis, Arce reaccionó rápidamente nombrando a un nuevo jefe militar, quien ordenó de inmediato a los soldados regresar a los cuarteles. Esta acción decisiva fue respaldada por la ausencia de apoyo a Zúñiga entre los demás mandos militares del país.

Ante la falta de respaldo, Zúñiga también pidió a los uniformados que regresaran a los cuarteles y se entregó voluntariamente tras unas horas. Sin embargo, antes de ser detenido, Zúñiga lanzó una acusación grave: afirmó que el presidente Arce le había ordenado sacar los “blindados” para “levantar” su popularidad. Estas declaraciones agregan una capa de complejidad a una situación ya de por sí volátil.

Zúñiga fue detenido y trasladado a una celda en la sede de la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen, mientras que la Fiscalía anunció el inicio de una “investigación penal” en su contra y contra los militares que irrumpieron en la Casa Grande del Pueblo, sede del Gobierno.

Este intento de golpe de Estado resuena profundamente en Bolivia, un país con el récord mundial de golpes de Estado. La rápida respuesta de Arce y la lealtad de la mayoría del estamento militar han evitado un desenlace trágico, pero las heridas de esta asonada tardarán en sanar. La nación andina enfrenta ahora el reto de mantener la estabilidad y garantizar que la democracia prevalezca en un contexto de constante incertidumbre política.

Las acciones de este miércoles han dejado claro que, aunque la democracia boliviana ha logrado sortear esta crisis, las tensiones subyacentes continúan siendo una amenaza latente. El país deberá mantenerse vigilante y comprometido con el fortalecimiento de sus instituciones para evitar futuras crisis de esta magnitud.

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