La vida entre las flores del mercado de Jaimaica
Vengo de un pueblito llamado San Pedro de los Baños, en el Estado de México. Tengo 62 años y desde hace 35 aprendí a tejer las palmas que vendo para el Domingo de Ramos. Recuerdo cuando tenía cinco años ver a unas tías tejer las palmas. Mi familia y unos vecinos me enseñaron esta tradición, y me trajeron mis cuñados a vender en el mercado de Jamaica, que antes no estaba techado, como ahora, y estábamos bajo el sol y la lluvia, y ahí mismo nos quedábamos a dormir, sí, sufrimos mucho.
Compro la palma en el centro porque no se da en mi pueblo, no sé de dónde la traen pero hay palma grande, chica y mediana que es la que yo trabajo. Tejo de dos a tres docenas de palmas al día, aunque la de popote de trigo me cuesta más trabajo, por eso me ayudan mi esposo y dos de mis hijas. Antes vendía más, pero ahora los locatarios del mercado también venden estos productos pero no los hacen, sólo los revenden. Aquí en el mercado me cobran 60 pesos por vender en este lugar de dos metros.
Me llamo Goya Cayetano Simón, tengo a mi esposo de 68 años y tres hijas que estudiaron bachillerato, pero sólo una sigue en la escuela. Lo que gano me sirve para comer, vestir, calzar y seguir apoyando a mi hija que está estudiando. Somos seis de familia, además de cuatro nietos, porque una de mis hijas ya está casada. Me gustaría que los más jóvenes siguieran en esto para que no se pierda la tradición pero primero están sus estudios, pueden hacerlo si les gusta.
Me preparo desde agosto para esta venta porque me voy a la milpa a recoger el popote de trigo para hacer los cristos. Primero los seco y después los remojo para poder hacer mis artesanías. Cuando no es temporada de venta estamos en mi pueblo sembrando, echando abono, cosechando y limpiando maíz y trigo. Cuando llueve se da el maíz, pero cuando no tengo que buscar otro trabajo como ayudar a limpiar y desgranar el maíz a los que sí tienen buena cosecha.
Me gustaría tener un negocio en mi casa para no salir, como vender dulces o verduras, sólo lo pienso pero no lo he intentado. En la tele ha salido que el gobierno ayuda a la gente pobre, pero a nosotros nunca nos ha llegado esa ayuda. Me gustaría que el gobierno nos diera un trabajo, un changarrito o un apoyo económico, porque no tengo asegurada mi vejez. Me preocupan mis hijas, y más la que está estudiando, porque quiere estudiar una carrera y no tengo ese dinero para seguirle dando.
No tuve estudios, no sabía leer ni escribir, cuando iba a cualquier lado como a firmar las boletas de estudios de mis hijas, la maestra ponía mi nombre y yo sólo un tache. Hace poco me inscribí para empezar a estudiar, ya se leer más o menos, pero me cuesta trabajo porque ya no veo muy bien. Una vez, el gobierno disque nos apoyó a mi esposo y a mí para atendernos de la vista pero cuando fuimos a la cita nos regresaron porque supuestamente nunca aparecimos en la lista. No he buscado otro lugar dónde atenderme porque no tengo dinero y me imagino que es muy cara una operación. Voy a seguir tejiendo palmas hasta que diosito me de licencia, porque esto es lo que me da de comer.
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Yo me llamo Yolanda Felipe Cayetano, tengo 23 años y desde los ocho me trajeron junto con mis hermanas nos trajeron al mercado de Jamaica. Desde chiquitas veíamos como mis papás trabajaban las palmas para sacarnos adelante. A cómo fuimos creciendo nos enseñaron a tejer.
Lo que hacemos es una artesanía más que un negocio, me da gusto ver que compren nuestros productos porque son productos de calidad. Cada año vamos sacando un modelo diferente, vamos buscando la manera de seguir creando modelos nuevos.
Terminé sólo el bachillerato por cuestiones económicas, pero tengo una carrera técnica en Biotecnología Agropecuaria pero la ejercí en pocas ocasiones. Trabajo en una empresa que fabrica productos de plástico cómo inspector de calidad. Me pagan mi 500 pesos quincenales, tengo seguro social, caja de ahorro pero no nos dan el Afore. Me hubiera gustado estudiar criminología o trabajar en la política como licenciada. Por el momento no he pensado en casarme, no tengo una meta en especial, sólo quiero seguirme superando. Vivo con mis papás porque quiero apoyarlos.
Es complicado pensar en un proyecto de vida porque los trabajos están muy mal pagados. Me gustaría ganar por lo menos mil pesos a la semana para solventar mis gastos. Me gustaría que el gobierno pusiera el salario mínimo de 200 pesos pero lo único que hace es subir todo. Aumenta diez pesos a cada producto cada año y no es justo. Tengo que dejar de comprar varias cosas para que me rinda el dinero, como la canción que dice, “que al presidente le paguen como a mi padre, a ver si le alcanzaría para vivir”.
Aquí no se duerme cómodo porque hace frío, trabajamos de cuatro de la mañana a una o dos de la mañana. Me hubiera gustado que mis padres hubieran trabajado en otra cosa pero sus papás no les dieron estudios. Es un orgullo para mí saber que mi mamá ya esté estudiando, es un paso muy bueno que ha dado, la veo cómo practica diario lo que le están enseñando.
Me gusta venir a vender con mis papás porque es una forma de corresponderles, ellos estuvieron para nosotros, ahora debemos estar para ellos, les devolvemos el favor.
Me gusta el mercado por el aroma de las flores y las artesanías que tienen los locatarios. Vengan al mercado de Jamaica a comprarnos nuestros productos y a los que venimos a trabajar, que podamos enseñarles a nuestros hijos y familia para que no se pierda esta tradición para que dure por muchos años.