Morelianos reprueban la gestión de Alfonso Martínez

El alcalde Alfonso Martínez Alcázar se prepara para cerrar su tercer año al frente del ayuntamiento de Morelia. No obstante, lo que debería ser una celebración de logros y avances se ha convertido en un escenario de creciente desencanto y desconfianza ciudadana. La encuesta más reciente de Massive Caller sobre la aprobación de presidentes municipales desvela una realidad cruda: el 62% de los morelianos desconfía abiertamente de su administración, situando a Martínez Alcázar en una desoladora posición número 57 de los 100 alcaldes evaluados.

Este dato, revelador en sí mismo, encuentra aún más gravedad al ser comparado con el desempeño de sus pares en municipios vecinos. A la cabeza de la evaluación en Uruapan, el alcalde Ignacio Campos Equihua supera a Martínez Alcázar, reflejando una realidad alarmante para el panista-perredista que se encuentra cada vez más distanciado de una ciudadanía que clama por soluciones.

El diagnóstico de la administración de Martínez Alcázar no se limita a la falta de confianza; la encuesta de Massive Caller también revela que casi la mitad de los morelianos rechaza su gestión. Este rechazo se manifiesta con fuerza en el ámbito de la percepción de seguridad, donde las encuestas del INEGI no hacen más que corroborar una sensación generalizada de inseguridad. Prácticamente el 60% de los morelianos se siente inseguro en su propia ciudad, un dato que pinta un cuadro sombrío para el alcalde cuyo mandato debería haber significado un periodo de estabilidad y progreso.

A pesar de los discursos inflamados y la publicidad copiosa invertida, las encuestas nacionales y las percepciones de los ciudadanos no mienten. La administración de Alfonso Martínez Alcázar está marcada por una serie de fallas que se traducen en una gestión cuestionada y un liderazgo debilitado. La brecha entre la realidad tangible y la narrativa oficial es cada vez más amplia, y la confianza en su capacidad para resolver los problemas fundamentales de la ciudad continúa erosionándose.

En este escenario, el desafío para Martínez Alcázar es monumental.

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