Negligencia municipal ahoga a Morelia

La reciente inundación que azotó a cientos de familias en Morelia durante la madrugada del viernes no fue un desastre natural inevitable, sino el resultado previsible de la negligencia administrativa y operativa que prevalece en la gestión del sistema de drenaje de la ciudad.

A pesar de los repetidos avisos de Protección Civil y de los informes meteorológicos que anunciaban precipitaciones significativas, el personal del Organismo Operador de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento de Morelia (Ooapas) tardó horas en responder y operar los cárcamos de bombeo diseñados para prevenir tales desastres. Este retraso crucial permitió que el agua alcanzara niveles críticos en zonas como Prados Verdes y la Colonia Carlos Salazar, donde los residentes reportaron que el agua subió más de medio metro en cuestión de horas.

Los colonos afectados han denunciado que, a pesar de sus llamados de auxilio anticipados, la maquinaria municipal comenzó a operar hasta tres horas después del inicio de las inundaciones, cuando ya los estragos eran evidentes y los daños a propiedad privada y la salud de los habitantes eran irreversibles.

Es inaceptable que las autoridades bajo la administración de Alfonso Martínez Alcázar y Osvaldo Rodríguez hayan ignorado sistemáticamente las advertencias sobre las condiciones de riesgo en áreas cercanas al Río Grande, zonas de alto peligro para inundaciones. Esta falta de acción efectiva y oportuna no solo ha costado bienes materiales, como electrodomésticos y automóviles, sino que también ha puesto en riesgo la vida y la seguridad de cientos de personas, incluidos adultos mayores y otros sectores vulnerables de la población.

Solo después de que el daño estaba hecho y las consecuencias eran irreversibles, se puso en marcha la operación de las bombas de drenaje, logrando que el agua retrocediera en menos de media hora. Sin embargo, este acto tardío no puede enmascarar la negligencia crónica que ha caracterizado la respuesta del municipio ante situaciones de emergencia.

Es fundamental que esta trágica experiencia sirva como un llamado urgente a la acción para una revisión profunda y una reforma significativa en la gestión de infraestructuras de prevención de desastres en Morelia. Los ciudadanos merecen una administración pública que no solo reaccione ante las crisis, sino que trabaje proactivamente para evitarlas.

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