Se disparan los precios del streaming

La irrupción de las plataformas de streaming en la última década transformó la manera en que consumimos entretenimiento, pero, como todo fenómeno de masas, ha llegado el momento de rendir cuentas y enfrentarse a la realidad de su sostenibilidad económica. En 2024, el aumento de precios en los servicios de streaming ha sido una constante, y se prevé que para 2025 los costos se disparen hasta un 20% por encima de su tarifa original. La pregunta es: ¿hasta dónde llegarán los consumidores dispuestos a pagar por su dosis diaria de entretenimiento?

La emblemática Netflix, pionera en la revolución del streaming y sujeta a múltiples análisis y críticas, ha encabezado esta escalada de precios. Recientemente, la plataforma informó a sus usuarios sobre un ajuste en su Plan Estándar con anuncios, que subiría de $99 a $199 mensuales. A pesar de ser el plan más económico, este paquete no ofrece acceso completo al catálogo, una estrategia que parece diseñada para maximizar la monetización de una audiencia ya acostumbrada a los costos de la plataforma. Por otro lado, el Plan Estándar General, la opción sin anuncios, experimentará un ajuste de $219 a $249 mensuales, evidenciando cómo la empresa de adentra en un proceso de reconfiguración de su modelo de negocios ante un mercado cada vez más exigente y saturado.

Pero no solo Netflix está en la mira. Disney+, la gigante del entretenimiento y la nostalgia, también se prepara para hacer su movimiento. La plataforma de la Casa del Ratón incrementará el costo de su plan Estándar de $199 a $219 mensuales y su tarifa anual pasará a $1,830. El plan Premium, que promete una experiencia sin anuncios y con contenido adicional, subirá a $299 mensuales y $2,509 al año. Aunado a este ajuste, Disney+ ha anunciado que a partir de 2025 se eliminará la opción de compartir cuentas con personas que no vivan en el mismo hogar, un cambio que refleja la presión de la sostenibilidad frente a la creciente competencia y las demandas del mercado.

En este escenario de aumentos y cambios, la televisión tradicional no se ha quedado fuera. Televisa, quien lanzó su plataforma de streaming en 2022, también se ha unido a la tendencia de reajustes en su política de precios. La suscripción mensual de su servicio se incrementará de $99 durante los primeros seis meses a $119 a partir de ese periodo, mientras que la tarifa anual se estabiliza en $499. Esta apuesta por atraer y retener suscriptores durante el periodo inicial para luego realizar incrementos refleja la realidad de un ecosistema en el que la retención y la expansión del catálogo son esenciales para mantener la competitividad.

La pregunta que surge ante este panorama es si la creciente presión de los precios logrará limitar el alcance de las plataformas de streaming o, por el contrario, estas seguirán siendo la norma de consumo masivo a pesar de los aumentos. La respuesta podría estar en un balance entre la calidad del contenido, la flexibilidad de los planes y el poder adquisitivo de una audiencia que, por ahora, parece dispuesta a pagar el precio por el acceso a una oferta de entretenimiento sin precedentes. No obstante, la sostenibilidad a largo plazo es incierta y se perfila como la batalla que definirá el futuro de esta industria en un mundo cada vez más polarizado entre el lujo y la necesidad.

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